Aquí estoy pasadas las
once y media de la noche con ya tres horas de vuelo sin poder dormir. Hoy fue
un día de tan agotados tanto física como mentalmente. Entre los nervios y las
ansias no pude pescar sueño hasta aproximadamente las 5am, y el para las nueve
u ocho y media, fui despertada por el teléfono sonando.
Yo volé desde San
Diego, California, a dos horas (sin con la fila para cruzar a EUA)
aproximadamente de Mexicali. Mi familia decidió que sería bueno pasar el día en
San Diego disfrutando de nuestras últimas horas juntas. En el carro parecíamos
una lata de sardinas, ya que iban papá, mamá, mis dos hermanitas, mis abuelos,
mis señoras maletas (3 bastante gorditas si se preguntan) y yo.
Ante de irme todavía
recibimos visitas matutinas para últimas despedidas. Vino un amigo que no
quería que me fuera sin verlo aunque eso
implicara arriesgar su vida y levantarme (me considero una persona muy amable y
agradable, pero simplemente no fui dotada con la calidad de ser mañanera).
Consigo trajo unos libros los cuales quería prestarme y que llevara conmigo,
sin embargo al ver semejante libros mi cabeza no tenía idea donde se supone que
los metería.
Pero bueno él se tomó
la molestia de prestármelos, así que yo haría el milagro de empacarlos. Creo
que ya tendré bastante que hacer durante mis 14 horas y media de vuelo…
Durante el desayuno unas
invitadas más tuvimos. Eran una de las hermanas de mi papá (tía Melia) junto
con mí nana. Nos despedimos últimas bendiciones, buenos deseos, fotos y en
cuanto menos lo pensé estaba viendo mi casa por última vez, con mi uniforme
puesto y maletas en mano.
Increíblemente e
inclusive podría decir que irónico es que justo el día que me voy de Mexicali,
la tierra que capturó el sol y que llueve cada 30 de febrero, estaba muy nublado
y lloviendo.
El camino fue corto o
al menos eso sentí, al llegar básicamente solo fuimos a comprar una lámparas
para la casa porque mis papas quieren que este presentable para Bia (mi hermana
intercambista de Brasil). Que por cierto ella llegara la próxima semana para
integrase a mi familia.
Comimos y rápido
fuimos al aeropuerto con un abuelito bastante ansioso de que perdiera el vuelo
(íbamos con el bastante bien pero digamos que el simplemente le gusta tomas
muchas precauciones y estar bien preparado).
Al llegar a aeropuerto
lo primero que veo de otro lado de la puerta de cristal es a mi mejor amiga
(Caro) y a su mama paradas viendo con una sonrisa de oreja a oreja. Me siento
tan bendecida de tenerla a este ángel de mejor amiga ella simplemente es más
que eso es mi hermana solo que de papas distintos. Su simple respuesta y
justificación a estar ahí era, que ella no podía dejarme irme sin despedirse de
mí. Yo haría cualquier cosa por ella y gracias a Dios es algo mutuo. La
extrañare tanto.
Tras documentar mi
equipaje decidimos bueno más bien decidieron quedarse conmigo a esperar. Pasadas
las siete y media llego el momento inevitable que tanto habíamos tratado de
evadir, la despedida. Antes de empezar a abrazarlos y decirles adiós ya tenía
los ojos inundados de lágrimas al igual que ellos.
Partir hacia lo
incierto, sin la compañía de alguien es algo bastante aterrador y la ansiedad
de dejar a mi familia y amigos es tan grande; sin embargo las ganas
y emoción de realizar mi sueño hacen que todo valga la pena.
Hay un pedazo de una
canción llamada: m “Sunrider” de Husky Rescue, con el cual definitivamente
estoy identificada:
I’m
gonna let the sun take where to somewhere faraway to somewhere….
I’m
gonna let the sun take where I should be flight to where I should be…
Dios me está llevando
a donde debo estar y ese lugar es Finladia, donde las luces de colores tocan la
Tierra…
El lago de Loppi....
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